Graham Harman es uno de los teóricos que mejor “representan” el movimiento del realismo especulativo, cultivado y difundido principalmente en ámbitos anglosajones y del que seguramente los interesados en el tema habrán escuchado. Hace tiempo, con la euforia inicial por haber descubierto un pensamiento “original y novedoso” emergiendo en la filosofía, Bruno de Boer me facilitó uno de sus libros titulado Towards Speculative Realism que leí sin poder evitar decepcionarme, y mucho. Y es que no era a cualquier derivado de la filosofía especulativa a la que me estaba enfrentado, sino a la simiente de la tan difundida OOO (Object-Oriented-Ontology, u ontología orientada a los objetos).
Harman es un realista bastante peculiar, que no afirma la existencia de “estados de cosas”(a manera del positivismo) o de una “realidad difusa” que trasciende nuestras primeras percepciones, sino de objetos claramente definidos y definibles, es decir, con la posibilidad de mantener relaciones completamente accidentales que no afectarán su “unidad” o esencia como “uno”. El realismo de Harman es un realismo que se construye necesariamente en una separación efectiva entre el objeto y el sujeto, en el que el objeto puede existir como tal independientemente de quien lo percibe.
Harman postula un esencialismo de los objetos con tintes aristotélicos, a partir de un análisis extraño de los útiles de Heidegger. Pero en dicho análisis (que expondré en otra ocasión), Harman continuamente confunde los términos útil con ente, ser o cosa, utilizándolos indiscriminadamente para “argumentar” su teoría “realista” sobre los objetos.
Pero para Heidegger un útil no es una cosa determinada como objeto. Es decir, si hay una diferencia entre el objeto y el útil (razón por la que hace el análisis del martillo como herramienta y no como objeto), es debido a que el objeto se aprecia desde un punto de vista teórico, que ya lleva implícita la separación sujeto-objeto propia de la Representación (véase La época de la imagen del mundo o Ser y Tiempo), mientras que un útil es aprehendido directamente desde el mundo de la vida, un ente para en el que sujeto y objeto no están diferenciados, sino mutuamente incluidos y donde el ser en el mundo del sujeto está directamente implicado. El útil existe, y lo hace pragmáticamente como acontece o está siendo, pero de ello no se deduce que su existencia sea unívocamente determinable y determinada (en todo caso la univocidad es propia de la esencia, no es una categoría que se diga de la existencia como Harman intenta sugerir) y mucho menos independiente del sujeto que lo emplea.
La operación de Harman no sólo lleva al análisis de la herramienta de Heidegger a lugares de donde el mismo Heidegger querría huir, sino que trae de nuevo afirmaciones sumamente ingenuas, casi obsoletas desde la crítica a la Sustancia aristotélica y al realismo ingenuo por parte de la fenomenología, la hermenéutica, la crítica trascendental kantiana, el pragmatismo, etc., que no discutiré en esta ocasión.
En definitiva, sin desacreditar a todo Realismo posible (que los hay mucho más elaborados y sugerentes), los planteamientos diversificados de la OOO ostentan una sorprendente y casi increíble ingenuidad filosófica que sale a la luz desde la base. La lectura de dichos autores me ha servido como simple ejercicio intelectual, y sin duda como retrato del ambiguo panorama filosófico de nuestros días donde bien se puede ostentar una “teoría filosófica” basada en viejos clichés como algo supuestamente novedoso y revolucionario.